miércoles, 18 de agosto de 2010

MUTE V/S MORPH


En la peluquería leí la entrevista que Eugenio Tironi le dió a Caras. Ahi explica que, parte del ejercicio político es "Modular" la personalidad propia, escogiendo qué hacer visible y qué no. De ese modo la persona pública (En especial si es político) es un reflejo voluntario de aquellos aspectos personales que apoyan mejor los objetivos de la gestión. Dicho de manera simple: Guardamos en el closet privado, lo que en la vida pública puede ser contraproducente.
  Algunos días pongo los matinales sin audio y me resultan mucho más evidentes los principios de esta "Impostación" o más bien "Edición del nosotros mismos". O como dijo Oscar Wilde "La coherencia es el último refugio de los que no tienen imaginación"
¿El rol se come al ser? A mi juicio, casi siempre se nota...incluso a veces la persona se termina creyendo que ES el personaje y ahi lo perdimos... - "¡Huston llamando base Huston!"
 También me ha pasado sentirme esclava del supuesto personaje que el medio, el entrevistador o el otro (que me conoce por los medios) ha elaborado en torno a mí.
  Pero en la política no sé porqué, aunque sea voluntario y estratégico... me sabe un poquito a estafa, en el liderazgo en general. Y racionalmente sé que,según los usos y costumbres de nuestro cartuchismo, estoy equivocada, pero no me gusta que los políticos tengan que amputar su organismo psíquico y emocional natural; para ser más adaptados al espacio público. Afortunadamente el best seller "Funky Bussiness" me apoya desde el punto de vista empresarial diciendo que " en el plano competitivo las empresas que se fijen  en cuestiones como la raza, el sexo, la edad, las preferencias sexuales, el aspecto y demás, no harán sino hundirse, cada vez más en arenas movedizas y se enfrentarán a graves dificultades cuando sus competidores adopten otro enfoque"
  Me gusta creer que ese nuevo paradigma se aplica también a la política: me gustaría ser gobernada por quienes marcan tendencias y no por quienes las acatan.
  Alomejor, simplemente porque la capacidad de asumir y aceptar quienes somos y, buscar cabida pacífica y digna para nuestra multidimensionalidad, me parece un acto de garantía democrática imperativa.
   Tal vez la política que me representa es la que hace la diferencia entre enmascararse para agradar  Y  la que se anima a cambiar por amor.

2 comentarios:

  1. Si la sinceridad absoluta fuera la premisa real de la política, creo que la tolerancia sería el bien escaso. El punto es cuán cerca de lo absoluto está cada político (y cada uno de nosotros) para desenmascararse ante el mundo y ser el ejemplo a seguir y cuan fuerte somos para ver en ese ente público a una persona y no a un personaje y aceptarlo así. ¿Dónde queda nuestro sentido de protección si quien "nos cuida" es tan débil como nosotros mismos? Al menos la mayoría aun necesita tener fe en esos "seres superiores"... Pero me encantaría que no fuera así.

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  2. Tal vez la pregunta es si el reprimir rasgos propios en pos de un supuesto "deber ser" nos hace más fuertes y aptos para liderar socialmente.
    En ese sentido, tal como los medios no dejaron de intentar controlar socialmente hasta que la sociedad se convirtió también en gestora de medios (la revolución Internet)...es probable que el fenómeno no empiece por la cúpula sino por la base.

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